Rascando mi reloj
para ver si logro arrancarle
las siete de la tarde
tu mirada
toma por asalto
mi pensamiento
mi mente vuela
hacia ti
hacia tus circunstancias
y tu contexto
No quiero hospedarte
ni darte asilo
en mi cerebro
ni en mis ideas
pero a la menor provocación
llegas
como ese, al que nadie invita
y te instalas
como Juan
por su casa
Cavando en los segundos
estúpidos segundos
que no son capaces
de marcar la hora de salida
te vuelves a colar
en mi mente
y, como si estuvieses en frente
la curvatura de tus caderas
despierta aquellos recuerdos
de geometría euclidiana
que guardaba bajo llave
Y analizo
vértice por vértice
ese triángulo isósceles
que se forma
entre tus piernas
y tu cinturón
Logro hacer
que mi reloj escupa
las siete
por fin
Y apago mi rutina
para volver de nuevo
a casa
a mi lecho
donde podré
por fin
comprobar
la suave tangente
que mis rectas manos
formarán con el arco
de tus senos.