viernes, agosto 28, 2009

hormona mata neurona

Chamacos!
Acá saludándolos desde el inframundo...
El otro día, al pasar, escuché a un par de pubertos platicando de sus hazañas sexuales... que si con fulanita, con menganita, que si en el carro, que si en su casa...
Y entonces empecé a recordar pláticas de mucha gente que me ha contado cosas realmente fuera de lo común, por ejemplo, la típica de "echarse uno" en el carro. O, por ejemplo, una pareja de amigos contaron en una reunión que cuando viajaban por carretera, solían estacionarse a la orilla del camino y ahí, sin más cobertura que el carro, duro y dale.
También hay quien se ha aventado sus rounds en un avión, o en un cine. A mi, en lo particular me tocó ver en un autobús a una chica aplicándole tremenda felatio a su compañero, así, sentados en el camión, a eso de las 7:00 p.m., una lluviosa tarde de septiembre... esas si son mamadas, literalmente.
En una ocasión, escuche decir a una chava que, en repetidas ocasiones, el sanitario de la oficina había sido cancha de juego para sus partidas sexuales con un compañero de trabajo... en horas de oficina! Adrenalina pura!
Y que decir de aquella pija españolita que se hizo famosa en youtube porque los detuvieron por exceso de velocidad y llegó la TV y al final la cuestionaron por cierto líquido viscoso de color blanco que tenía embarrado en el cabello?
La historia más triste que he escuchado, es la de una pareja que chocó en una carretera: el sobrevivió, pero perdió un testículo. Ella murió instantaneamente al ser desnucada con el volante...
No cabe duda, como dice un amigo: cuando se calienta cabeza chica, vale madre cabeza grande.
Si conocen alguna historia de estas, compártanla en los comentarios

Tengan buena vida y buen sexo... pero en lugares seguros!
C'Ya!
NecroDaddy

miércoles, agosto 12, 2009

Rosetas

Un muy buen amigo me contó una historia inverosímil ocurrida allá en esa lejana realidad alterna de los albores de los años 90's...
En esa época empezaron a morir los cines que vivían de la taquilla y no de la dulcería (chingado unas palomitas a 80 pesos!!!) y pasaban una película o dos, si tenían dos salas. En esa época el cine era cine y no las mega-mamadas de cinépolis (cinemas a-la-sardina con 15 micro salas para 30 personas).
Resulta que una tarde fueron el y un amigo suyo a un cine a ver una película y, en el intermedio (ah sí, también había intermedios) fueron a la dulcería. La chica de la dulcería, según me dijo, se veía bastante ducha en su trabajo. Mi compa pidió un chocolate típico de cine ochentero: un manicero (de los de Sanborn's), y su compa pidió unas rosetas de maíz.
Aquí empezó el martirio.
La chica revolvió los maniceros, tecolotes, pon pons, lenguas de gato, gomitas y demás alimentos cinéfilos... abrió cajones y repisas, buscó abajo de la alfombra, le dio tres vueltas a la lista de productos y, limpiándose el sudor le dijo "no tengo"
"bueno" dijo el compa de mi compa "entonces dame unas palomitas"
"de esas si tengo" y ¡zaz! le entregó una fabulosa bolsa de papel estrasa llena de palomitas de maíz.

No, yo tampoco me la creí a la primera. Pero es una historia verídica.

C'Ya!
NecroDaddy

martes, agosto 04, 2009

¡Que gusto que estés aquí!

Hoy me viene a la memoria una vez que iba yo muy tranquilo caminando por el campus de mi alma mater (la universidad a la que fui, pues) y entré a la biblioteca (que en aquel entonces daba lástima).
Había tres computadoras donde podía consultar las fichas bibliográficas y no llegar tan a ciegas al área de los libros.
Pues nada, estaba yo muy agusto buscando un libro de literatura fantástica (ecuaciones diferenciales!!) cuando de pronto, sin avisar, entra una muchacha muy atractiva, guapa y de buen cuerpo, se acerca y yo, como buen macho que se respete, estaba temblando y mudo. Pues ándale que llega la chica y se acerca, me abarazó, me llenó de besos la cara, y me dijo, casi llegando al orgasmo y llamándome por mi nombre "que gusto que estés aquí!!! no sabía que tu también estudiabas en esta universidad!" y me dió otra dosis de besos. El abrazo fue tan fuerte que le pude sentir hasta las varillas del sostén!.
Al final, se despidió de mi por mi nombre y apellido (gulp!) y me volvió a abrazar. Y antes de que yo pudiera decir nada me besó. Me besó cálidamente en los labios. Y ese cálido beso subió un poco de todo, al grado que me lastimó un poco con sus brackets.
La felicidad de su rostro era indescriptible. Se dió la media vuelta y volteó a mirarme de reojo, mientras se despedía coquetamente con su mano. Y se fue. Se fue dejándome con la boca abierta, los ojos cúbicos, el labio inferior con una leve hemorragia y muy, pero muy alborotado.
Entonces, como un nubarrón de tormenta, una duda apagó mi euforia: ¿quien chingados es esta mujer?
Así.
¿Quien era esa mujer tan hermosa, atractiva y escultural que acababa de reacomodarme todos los niveles hormonales?
Nunca, y es en serio, nunca he podido recordar quien es. Solo recuerdo que me hizo cimbrar.
Lo feo del caso es que ella sabía perfectamente quien era yo, porque hasta mi nombre completo se sabía.
Hay ocasiones en que pienso que pudo haber sido algún ex-compañero de la prepa o la secundaria que se hizo la vaginoplastia (u operación jarocha). En otras pienso que era alguna de las feas del salón que siempre estuvo secretamente enamorada de mi y se hizo un "extreme makeover" (ajá, en tus sueños, wey!).
La versión que más me gusta pensar es que era una chica cualquiera (bueno, ni tan cualquiera porque estaba buenísima!) que le ganó una muy buena apuesta a alguno de mis amigos.
No se...
Mejor me quedo con el recuerdo y lo disfruto cada vez que vuelva a mi memoria, al cabo que recordar es vivir y, como dice mi chaparrita: lo que no fue en tu año, no fue en tu daño.

Saludos!
C'Ya!
NecroDaddy